Helada
Una helada de abril inesperada
marchitó mi cosecha de alegrías,
las flores se volvieron agonías
impenitentes de aria inacabada.
Se apagaron y no se salvó nada,
sucumbieron al frío y las umbrías,
callaron sin color las sinfonías;
nadie escuchó ni ruego, ni llamada.
Me desvela mi tierno limonero,
no se puede morir con la nevada;
no quisiera perder al compañero.
Le aislaré de otra escarcha inopinada,
le rodeo con mimo, con esmero.
Su raíz, de milagro, está salvada…
Elvira Sierra
(Mayo 2013)
Heladas de abril, alegrías y agonías, frío hostil arraigando en la umbría, llamadas no escuchadas, ternura de limones que en su fragilidad, la llamada de la nieve amenaza.
ResponderEliminarMimo, en un amparador abrazo de un pecho de salvadora calidez.
Tu poesía es limpia, sensible, sin trifulcas retóricas, ni elevadas pretensiones; envuelta en una lozana transparencia no exenta de atractiva ingenuidad.
NO