Amigo…
¡Ay, amigo! Sé que te hago daño cuando de él te hablo
que yo le quiero, que aún le añoro y sin él ya no vivo.
Tú no comprendes el porqué de mis noches en blanco,
me enseñas muchos caminos y no hallo el del olvido.
Mas, cuando el mar de mis ojos se revuelve y agita,
el agua salada en tus manos se esfuma y sosiega.
Quisieras borrar mis recuerdos, cerrar mis heridas,
liberar la ilusión de mi alma, cautiva en la pena.
Llenar mi oído de requiebros, poesía y canto…
mi piel, de suaves caricias; nuevas, desconocidas,
mi corazón de nuevos amores; fieles, cercanos
y, juntos de la mano, avanzar por la senda amiga.
Cuánto lo deseo amigo, cómo me gustaría
poder olvidar mi amor. ¡Volver contigo a la vida!
que yo le quiero, que aún le añoro y sin él ya no vivo.
Tú no comprendes el porqué de mis noches en blanco,
me enseñas muchos caminos y no hallo el del olvido.
Mas, cuando el mar de mis ojos se revuelve y agita,
el agua salada en tus manos se esfuma y sosiega.
Quisieras borrar mis recuerdos, cerrar mis heridas,
liberar la ilusión de mi alma, cautiva en la pena.
Llenar mi oído de requiebros, poesía y canto…
mi piel, de suaves caricias; nuevas, desconocidas,
mi corazón de nuevos amores; fieles, cercanos
y, juntos de la mano, avanzar por la senda amiga.
Cuánto lo deseo amigo, cómo me gustaría
poder olvidar mi amor. ¡Volver contigo a la vida!
Elvira Sierra
(Octubre 2010)
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