El jardín
Me adentré en mi jardín de madrugada,
oculta de otros ojos con azoro,
precisaba escrutar bien su desdoro
tras pasar muchos años alejada.
La luna con luz clara y plateada
alumbró sin pudor el deterioro,
el desastre era tal que brotó el lloro
y a Dios le supliqué desesperada.
No había aromas, sonidos, ni flores;
imperaba el silencio, estaba muerto.
Allí sola, me dieron los albores.
Pensé que un jardinero fiel, experto,
podría devolverle los verdores…
¡volver a hacer jardín de este desierto!
oculta de otros ojos con azoro,
precisaba escrutar bien su desdoro
tras pasar muchos años alejada.
La luna con luz clara y plateada
alumbró sin pudor el deterioro,
el desastre era tal que brotó el lloro
y a Dios le supliqué desesperada.
No había aromas, sonidos, ni flores;
imperaba el silencio, estaba muerto.
Allí sola, me dieron los albores.
Pensé que un jardinero fiel, experto,
podría devolverle los verdores…
¡volver a hacer jardín de este desierto!
Elvira Sierra
(Octubre 2010)
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