Sextina del amor
Cuando el niño dispara el suave rayo
con flecha de su aljaba envuelta en fuego
se prende para siempre en febril llama.
Oscilante ritual de pena y gozo;
seduce al corazón con fina seda
o te clava la espina de su rosa.
Belleza sin igual tiene esa rosa
que atrae como la hierba húmeda al rayo
con brillos refulgentes de la seda.
Luminaria al amor que aviva el fuego,
crepita en su calor la dicha, el gozo…
permanece encendida así la llama.
Diferente color luce en la llama
que arde en azul o rojo, oliendo a rosa,
con aroma que ensalma y lleva al gozo
en luces tornasol que opaca el rayo;
momentos de pasión y vital fuego
que activa el corazón envuelto en seda.
La luna envidia el brillo de la seda
cuando es iluminada por la llama
y mira a los amantes ante el fuego
vestirse con los pétalos de rosa
al contemplar el halo añil del rayo.
Delirio, frenesí, anhelado gozo.
Mas sin saber porqué se acaba el gozo,
no tiene el mismo brillo nuestra seda,
ya no ciega la luz fugaz del rayo
y dudas de que alumbre hasta la llama.
Hoy la flor ya no es flor; no es flor la rosa
que marchita calcina ahora el fuego.
Abrasó el sentimiento ígneo fuego
y la luz se apagó; sombra sin gozo.
Es zarzal el rosal, no tiene rosa
y te araña al rozar tu piel la seda...
Mientras conserves vida en esa llama
de nuevo volverá a herirte el rayo.
Es rayo abrasador que enciende el fuego
alumbrando su llama eterno gozo;
es seda perfumada en roja rosa.
Elvira Sierra
(Diciembre 2013)
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