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martes, 16 de diciembre de 2014

FELIZ NAVIDAD, O COMO SE DIGA (RENOVANDO VOTOS)



Aprovecho este poema de mi buen amigo Nésthor Olalla, para desear una Feliz Navidad, y esperar que el año 2015 sea definitivo en cuestión de satisfacciones y logros personales, que sea la niña bonita de nuestra vida... 








FELIZ NAVIDAD, o como se diga (renovando votos)


A aquellos que no se saben,
y a aquellos que aunque se saben 
nunca reparan en ello. 
A aquellos que naufragaron bajo el inclemente azote 
de una tormenta de pena. 
A los que viven fugados, escondidos y exiliados 
por miedo al puro fervor y a la inquebrantable fe 
de sus fieles partidarios. 
A todos los que sembraron en sus campos utopías y le florecieron coles
A todos los que fijaron su arraigo en una nación infectada por la paz. . 

A aquellos que ya sólo se aman sobre lechos de ceniza. 
A los que están en peligro de rendirse a la prudencia. 
A los lógicos de atar, 
presos en la trabazón de sus propios algoritmos. 
A los que viven sin causas, atrapados en la náusea,
acumulando rutina, 
amontonando costumbre,
y atesorando indigencia en su placidez vital.

A todos los saltimbanquis. 
A todos los estreñidos. 
A todos los mercachifles. 
A todos los quincalleros. 
A todos los sin calor. 
A todos los embusteros. 
Al tonto de mi lugar. 

A todos los no adaptados por su impúdica insolencia; 
pues para ellos no habrá reino alguno bajo el cielo. 
A aquellos que desahuciaron aun sin dejar de pagar. 

A aquellos que se quedaron. 
A los que nunca vinieron. 
A los que jamás llegaron. 
Y a aquellos que nunca fueron. 
A los que siempre se van.

A todos los desterrados que se les tragó la tierra que les dieron a heredar. 
A los que miran atrás sólo para ver su sombra. 
A los que siempre se enteran los últimos de su muerte. 
A los que se quedaron fríos al ver lo que se encontraron tras haber hurgado en sí. 

A aquellos que no dejaron huella alguna de sus pasos al regresar de sus sueños. 
A los que no tienen percha donde colgar su sombrero. 
A los necios eminentes. 
A los lerdos reincidentes. 
A los tigres de papel. 

A los que viven sufriendo indecibles picazones 
por eccemas en la piel de la conciencia. 
A los que pierden la honra en plena misa de 10. 
A aquellos que nunca cuentan lo de aquel extraño amor que mantuvieron con Dios, 
y que nunca se aclaró. 

A los que viven de oídas. 
A los que no tienen patria señalada en ningún mapa. 
Al que se encogió de hombros el mismo día de nacer. 
A todos los que llegaron tarde a su latido final. 

A aquellos que siempre viven cuantificando dolencias, 
todas bien jerarquizadas, ordenadas y tasadas 
por el grado de adicción. 
A los que están tan seguros que hasta pagan con su reino 
por sentirse en la emoción de zozobrar. 

A aquellos que no encontraron la manera de salir de su propio laberinto. 
A los que sienten la angustia de vivir en las tinieblas, 
sin saber quien sale o entra, ni saber quien viene o va. 
A los que dieron las gracias el día de su ejecución. 

Al expulsado por ser un intruso en el Edén.
A cuales quiera que fueren juzgados por la ruindad. 
A los que pasan la vida dándole cuerda a un reloj. 
A los apresados dentro de un cuerpo que les desprecia. 
A los que al fin pueden ver a causa de su ceguera. 
A los que siempre palmaron en cualquier aprobación.

A los que beben con asco; 
y aun siendo amargo ese vino optan por brindar con él. 
Al condenado a ser libre y que nadie excarceló. 
Al que no cree lo que ve. 
Al que no ve lo que cree. 
Y a los que acaban tiznados con el carbón de la fe. 
A los que sólo heredaron un agujero en la suela. 
A los que no buscan cura, ni quieren su curación.

A todos los que una noche por poner paz a un tumulto 
salieron llenos de hostias por la ventana de un bar. 
A todos los que subsisten al raso a cuerpo gentil
en la piel de lo inmediato. 
A aquellos que hacen piruetas, ademanes y aspavientos 
todos los días de su vida y que nunca nadie en ellos ni un instante reparó. 

A los valientes que fueron. 
A los cobardes que son. 
Al suicida empecinado. 
Y al que por fin lo logró. 

A las lumis de rotonda. 
A truhanes estafados.
A burlangas y a trileros.
A bujarras de estación.

Al juez que se condenó con su propio veredicto.
Al verdugo que acaricia por última vez al reo al que va a decapitar.
A aquél que quiso plantar cerezos en cementerios. 
A los que nunca preguntan por miedo a contestación. 
A los que siempre viajaron en alas de mariposa. 
A los que atacan gigantes y acaban siendo volteados por una figuración.

A los que guardan silencio mirando a ninguna parte detrás de su ventanal.
A los que aprendieron nada. 
A los que olvidaron todo. 
A los que aprendieron todo y no les sirvió de nada. 
A todos los que alcanzaron su meta por puro error. 

A los rebeldes sin pausa. 
A los que nunca cobraron un canon por el fracaso. 
A los que ya no les queda ni una gota de sudor. 
A los que llegan sin cita a ningún lugar concreto. 
A los que engrosan las colas de la desesperación. 

A los que viven desnudos. 
A los que mueren vestidos. 
A los que no son y han sido. 
A los que ya apenas son. 




Y a cualquiera o a "cualquiese" de los pacientes leedores que aquí se han parado a ver 
esta sarta de incoherencias, tengan por bien olvidar este golpe de calor. 

Y al mismo tiempo les pido que a éste que aquí perpetró esta sarta de desmanes, 
ténganle por bienqueriente, y si en sus vidas se cruza no le nieguen el saludo, apiádense de sus trazas y concédanle el perdón.


Nésthor Olalla


2 comentarios:

  1. Gracias por tu felicitación. Ah, y buena elección, ya que entre tal montón de posibilidades seguro que nos resulta fácil encontrar la que se nos ajusta. Un besazo y Feliz Navidad!!!

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  2. Jaja,Sofía, a tal señor, tal honor. Y tienes razón en lo que dices... por lo menos en uno de los versos nos encuadramos... Un abrazo y Feliz Navidad para ti y los tuyos.

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