Aprovecho este poema de mi buen amigo Nésthor Olalla, para desear una Feliz Navidad, y esperar que el año 2015 sea definitivo en cuestión de satisfacciones y logros personales, que sea la niña bonita de nuestra vida...
FELIZ NAVIDAD, o como se diga (renovando votos)
A aquellos que no se saben,
y a aquellos que aunque se saben
nunca reparan en ello.
A aquellos que naufragaron bajo el inclemente azote
de una tormenta de pena.
A los que viven fugados, escondidos y exiliados
por miedo al puro fervor y a la inquebrantable fe
de sus fieles partidarios.
A todos los que sembraron en sus campos utopías y le florecieron coles
A todos los que fijaron su arraigo en una nación infectada por la paz. .
A aquellos que ya sólo se aman sobre lechos de ceniza.
A los que están en peligro de rendirse a la prudencia.
A los lógicos de atar,
presos en la trabazón de sus propios algoritmos.
A los que viven sin causas, atrapados en la náusea,
acumulando rutina,
amontonando costumbre,
y atesorando indigencia en su placidez vital.
A todos los saltimbanquis.
A todos los estreñidos.
A todos los mercachifles.
A todos los quincalleros.
A todos los sin calor.
A todos los embusteros.
Al tonto de mi lugar.
A todos los no adaptados por su impúdica insolencia;
pues para ellos no habrá reino alguno bajo el cielo.
A aquellos que desahuciaron aun sin dejar de pagar.
A aquellos que se quedaron.
A los que nunca vinieron.
A los que jamás llegaron.
Y a aquellos que nunca fueron.
A los que siempre se van.
A todos los desterrados que se les tragó la tierra que les dieron a heredar.
A los que miran atrás sólo para ver su sombra.
A los que siempre se enteran los últimos de su muerte.
A los que se quedaron fríos al ver lo que se encontraron tras haber hurgado en sí.
A aquellos que no dejaron huella alguna de sus pasos al regresar de sus sueños.
A los que no tienen percha donde colgar su sombrero.
A los necios eminentes.
A los lerdos reincidentes.
A los tigres de papel.
A los que viven sufriendo indecibles picazones
por eccemas en la piel de la conciencia.
A los que pierden la honra en plena misa de 10.
A aquellos que nunca cuentan lo de aquel extraño amor que mantuvieron con Dios,
y que nunca se aclaró.
A los que viven de oídas.
A los que no tienen patria señalada en ningún mapa.
Al que se encogió de hombros el mismo día de nacer.
A todos los que llegaron tarde a su latido final.
A aquellos que siempre viven cuantificando dolencias,
todas bien jerarquizadas, ordenadas y tasadas
por el grado de adicción.
A los que están tan seguros que hasta pagan con su reino
por sentirse en la emoción de zozobrar.
A aquellos que no encontraron la manera de salir de su propio laberinto.
A los que sienten la angustia de vivir en las tinieblas,
sin saber quien sale o entra, ni saber quien viene o va.
A los que dieron las gracias el día de su ejecución.
Al expulsado por ser un intruso en el Edén.
A cuales quiera que fueren juzgados por la ruindad.
A los que pasan la vida dándole cuerda a un reloj.
A los apresados dentro de un cuerpo que les desprecia.
A los que al fin pueden ver a causa de su ceguera.
A los que siempre palmaron en cualquier aprobación.
A los que beben con asco;
y aun siendo amargo ese vino optan por brindar con él.
Al condenado a ser libre y que nadie excarceló.
Al que no cree lo que ve.
Al que no ve lo que cree.
Y a los que acaban tiznados con el carbón de la fe.
A los que sólo heredaron un agujero en la suela.
A los que no buscan cura, ni quieren su curación.
A todos los que una noche por poner paz a un tumulto
salieron llenos de hostias por la ventana de un bar.
A todos los que subsisten al raso a cuerpo gentil
en la piel de lo inmediato.
A aquellos que hacen piruetas, ademanes y aspavientos
todos los días de su vida y que nunca nadie en ellos ni un instante reparó.
A los valientes que fueron.
A los cobardes que son.
Al suicida empecinado.
Y al que por fin lo logró.
A las lumis de rotonda.
A truhanes estafados.
A burlangas y a trileros.
A bujarras de estación.
Al juez que se condenó con su propio veredicto.
Al verdugo que acaricia por última vez al reo al que va a decapitar.
A aquél que quiso plantar cerezos en cementerios.
A los que nunca preguntan por miedo a contestación.
A los que siempre viajaron en alas de mariposa.
A los que atacan gigantes y acaban siendo volteados por una figuración.
A los que guardan silencio mirando a ninguna parte detrás de su ventanal.
A los que aprendieron nada.
A los que olvidaron todo.
A los que aprendieron todo y no les sirvió de nada.
A todos los que alcanzaron su meta por puro error.
A los rebeldes sin pausa.
A los que nunca cobraron un canon por el fracaso.
A los que ya no les queda ni una gota de sudor.
A los que llegan sin cita a ningún lugar concreto.
A los que engrosan las colas de la desesperación.
A los que viven desnudos.
A los que mueren vestidos.
A los que no son y han sido.
A los que ya apenas son.
Y a cualquiera o a "cualquiese" de los pacientes leedores que aquí se han parado a ver
esta sarta de incoherencias, tengan por bien olvidar este golpe de calor.
Y al mismo tiempo les pido que a éste que aquí perpetró esta sarta de desmanes,
ténganle por bienqueriente, y si en sus vidas se cruza no le nieguen el saludo, apiádense de sus trazas y concédanle el perdón.
Nésthor Olalla
Gracias por tu felicitación. Ah, y buena elección, ya que entre tal montón de posibilidades seguro que nos resulta fácil encontrar la que se nos ajusta. Un besazo y Feliz Navidad!!!
ResponderEliminarJaja,Sofía, a tal señor, tal honor. Y tienes razón en lo que dices... por lo menos en uno de los versos nos encuadramos... Un abrazo y Feliz Navidad para ti y los tuyos.
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