Tuya…
Soy tuya amor, no de nadie.
Ni del aire, ni del viento,
ni de las olas del mar,
ni del agua en el desierto.
Soy tuya amor... que te anhelan
mi piel llena de deseo,
mis ojos y mi sonrisa,
la suavidad de mi pelo.
Mi boca siempre fue tuya
desde el principio del tiempo.
Mis labios enamorados
solo sueñan con tus besos.
Yo te entregué mi cintura
junto al resto de mi cuerpo;
la luna te iluminaba,
azul era su secreto.
Y cantaban las cigarras
al compás de los luceros;
eterna noche de julio,
inolvidable el recuerdo.
Tuyo es mi amor, mi latido;
tuyas son mi fe y mi credo.
Tuyas son mis alegrías
y son tuyos mis desvelos.
Eres mi amor y mi vida.
¡Ay!, amor, tú ¡eres mi dueño!
Elvira Sierra
Marzo 2014
Me ha llegado al alma la intensidad y la lindura de este poema. Parece poder observarse en él la confesión de una mujer enamorada; a mí me lo parece. Sea así o no, he de felicitarte, Elvira, por esa capacidad tuya para conmover.
ResponderEliminarTe admira
Carlos Arroyo
Gracias Carlos, tus palabras siempre son un incentivo para mí. Sonrío al ver que no olvidas el camino de mi casa.
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